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El experimento

 
El francés René Peoc'h pudo demostrar con un ensayo bastante simple que la interactuación entre la conciencia y el ruido blanco no se limita a la conciencia humana.

Para ello construyó un robot controlado por un diodo de ruido blanco. Seguidamente, procuró que un número determinado de polluelos creyeran que este robot era su madre. Tal y como mostró Konrad Lorenz con ocas grises, para ello es suficiente con mantener el robot en movimiento junto a la incubadora. Los polluelos identifican como su madre lo primero que ven en movimiento tras salir del cascarón. En la primera parte del experimento la jaula estaba vacía (gráfico 1).


 

 

En la segunda parte pudo mostrar que cuando los polluelos se encontraban en la jaula (gráfico 2) el robot prefería permanecer cerca de ellos. Por tanto, es el deseo inconsciente controlado por el instinto de los polluelos el que influye en el movimiento del robot. Creemos que la esperanza inconsciente de los polluelos (es decir, que el robot sea su madre) crea un campo que posee inteligencia intrínseca, o sea, que sabe por sí mismo cómo el ruido blanco controla el robot y que lo mueve en correspondencia a las esperanzas de los polluelos.

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